miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nana





                                                        Duérmete; que te piense
                                                        yo mientras duermes.
                                                        Fijo en tu sueño, loco
                                                        por saber lo que eres,
                                                        por saber qué gran fuerza
                                                        construyó lo que quieres.
                                                        Qué te trajo al destino
                                                        de mi vida. Qué fiebre
                                                        conjuró desde antiguo
                                                        que vendrías a verme.
                                                        Y a posarte en mi pecho.
                                                        Enigma que no puedes
                                                        abrirme otra esperanza
                                                        que cuidar tu intemperie.
                                                         Duerme
                                                                 Duerme.

viernes, 17 de diciembre de 2010

La Máscara


La máscara es el depósito creado por las capas superpuestas de fina hipocresía, que hemos ido fabricando a lo largo de nuestra vida. 
La calidad de la máscara es muy variable. Puede ser tan tosca o tan mal construida que resulte transparente en zonas variables de su estructura y deje transparentar de manera muy viva las reales y aviesas intenciones de los humanos. 
La habilidad para el disimulo y/o la sublimación –los materiales de la máscara- pueden ser de mala calidad, ante lo cual no valen las más refinadas técnicas de disuasión, educación o coerción o seducción, porque la base secretora de esa concha  -el sujeto- es escasamente apto para la fabricación de su máscara. 
La máscara es la muralla china que nos separa del conocimiento de nosotros mismos; pero puede estar más o menos desportillada en ciertos sujetos, que viven bajo el peligro de que se escapen sus instintos más perversos. Tal fue el sufrimiento neurótico que expresó Franz Kafka.


(Incluido en el texto inédito "De res médica"

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sobre el aburrimiento


Estoy dispuesto a participar en cualquier concurso en torno al aburrimiento. Sobre la capacidad de soportarlo. Mi aburrimiento nada tiene que ver con el “splen” de los dandis y otros elegantes que hacen ascos a todo y se van a desentumecer “noches marbellíes” promocionando rarezas y actitudes inéditas, inventando una corporalidad-lenguaje elegante por irrelevante y frívola. Esos son pseudoaburridos, farsantes rubios.

El aburrimiento es otra cosa. Es algo sórdido y tremendo. Es el rechazo sistemático de todo reto, de todo estímulo; es el encenagamiento de la soledad, su putrefacción, su nada. Es como otra “noche oscura del alma”, o la noche oscura del alma laica, sin porvenir.
Todo se hace pobre, miserable, tonto, cursi. Se tiene la extraña sensación de que abandonar su sombría residencia es para entrar en el aposento de todas las negatividades. El “otro” sólo me va a contar una triste variación de lo mismo de siempre; las caras repiten su silueta y se alinea en una igualdad de gemelos traidores. Escuadras, regimientos de iguales pasean el recuerdo y lo imaginario repitiendo la estereotipia de sus conocidas miserias y vanidades. No hay salida. Es la vida estropeada, llena de agujeros, como un queso francés. Todo entusiasmo se ha fugado no sé a dónde. O… sí, se ha fugado al orden del tiempo. Pero es que en este aburrimiento sobra el tiempo. Sobra el tiempo de morir y de vivir. Se siente el ocaso de todas las libertades y demás majaderías.

¡Un caso urgente! ¡Despierta! Te mueves. El otro se queja o se muere. Hay que actuar. Huye la bandada sombría de los cuervos del aburrimiento. Has vuelto a vivir “para” algo. Al final no servirá para nada porque en último término todos nos morimos. Aliviar o curar es sólo una tregua que el Destino nos regala a todos alguna vez… o varias veces. Y esta sensación de fracaso anticipatorio duele, porque ejemplifica el fracaso esencial de toda existencia. Ser médico es tantear siempre a la nada… mientras el Destino nos sonríe burlonamente, concediendo una tregua entusiasta a nuestro prometeísmo ingenuo. Al cabo de los siglos…

…Ahora vuelven las figuras idealizadas por lo imaginario de aquello que alguna vez admiramos y respetamos… los perdularios brillantes de nuestra infancia que, misteriosamente, no se han devaluado en el recinto de nuestra afectividad. Entonces pienso: idealizar es un proceso aparte, que es capaz de resistir los embates de la sensatez; por ese resquicio de las memorables vidas mediocres, se infiltra el respeto a “las autoridades” de pasado que, bien estudiadas, no dijeron nada importante… o sólo expresaron consejas inútiles, ingenuas, inservibles, lentas, como rumiaciones de época gasta-tinta. Alguien dijo alguna vez: “hay que matar a los muertos”.  No es posible. Se refugian en las cuevas dolientes de nuestra nostalgia, no hay quien pueda con ello; podemos callarlo, pero no destruirlos. Eran mentiras admiradas gesticulando su estética y haciéndose ver por el estreno de nuestra existencia a-crítica. ¡Pobres sombras! Cada uno de nosotros guardamos estas admiraciones recatadamente; fueron como celebridades de nuestra más lejana afectividad inocente, dibujando sus gestos en la edad de la esperanza. La razón de su presencia no fue la razón escasa de su mediocridad; fue sólo la razón necesaria y suficiente para nuestra fabricación de ídolos, para la creación de los personajes iniciales  de nuestra mitología individual. Era entonces la era del respeto, la admiración, la fe y el entusiasmo. Ya murió, bendita sea esa edad.

(Incluido en el texto inédito "De Res Médica")

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Poema: Voy a salir


Voy a salir,
voy a ir al campo
a no ver más que a mi pesadumbre,
a no sentir más que esta congoja inútil.
Quiero ver si, como el otro día,
me lleno de ternura en tu memoria
y abandono este afán de poseerte
alejándote un momento
de cuanto en ti me abrasa
de cuanto en mí te abraza.
Quiero ver si es posible
restituir el alma
y volver a sentir que ya anochece
fuera de ti y de mí;
quiero ver si humanizo
esta rabiosa podredumbre mía
que ha licenciado al mundo
y se ha quedado sola
con la amargura de quererte así.
Voy a salir al campo,
quiero ver si es verdad
que hay música en las brisas
y violines en los lirios.
...Posiblemente volveré más solo
y con el pensamiento
perdido en la tristeza.

( de Cuando no queda nada, 1998)